martes, 26 de agosto de 2008

RAKTU - Paul Muro

 ¿Aquí sucedió todo?  dijo la muchacha, mirando a su derredor un tanto inquieta.
 Si aquí fue hija  respondió el hombre, y su rostro trató de no impresionarse demasiado con aquella vetusta y enigmática mansión  Fue hace ya mucho tiempo  continúo hablando el señor que frisaba ya los cincuenta años  y no me imaginaba que iba a volver.
 Cuéntame cómo fue aquello, ¿si?  dijo la señorita.
 Si, pero quedémonos en este patio, no entremos más allá de aquella puerta  señaló con el dedo un portón, cuyas hojas se hallaban cerradas con una gruesa y oxidada cadena  quedémonos acá, quedémonos pequeña.
 Si, a mi también me produce una extraña sensación este caserón, acá nos quedamos, pero dime, ¿cuál es la verdadera historia?
Corrían los años cincuenta en la ciudad de Lambayeque  Empezó a narrar Grimaldo , yo alumno de la Universidad Nacional, cursaba en ese entonces el VI ciclo de Zoología y llevaba un interesante curso de Mastozoología  ciencia que se encarga del estudio de los mamíferos  con el profesor Eduardo Casablanca.
Era mi maestro un hombre afable, de unos respetables cincuenta años, pelo negro, contextura delgada y poseía una irrefrenable capacidad para la conversación. Entre los méritos académicos del profesor Casablanca estaban los de haber cursado estudios en Universidades extranjeras, lo que le había hecho ganarse el respeto de sus similares y ser una autoridad en cuanto a quirópteros se refiere.
Un día de abril de 1952, entré a la oficina del distinguido profesor Casablanca.
 Buenos días profesor, ¿me permite conversar con usted?  dije tímidamente.
 Si, pasa, ¿de qué quieres hablar?  respondió Casablanca.
Me he enterado de su intención de realizar una investigación acerca de murciélagos en Lambayeque, ¿es así?  pregunté yo.
Efectivamente, estoy necesitando colaboradores, ¿te animas?  se expresó el profesor  si deseas apúntate aquí  dijo acercándome un lapicero y un hoja en blanco.
Luego de mi inscripción para el proyecto, acordé con el profesor acerca de cómo deberíamos proceder para la investigación, la cita sería dos días después en la misma universidad, nos acompañaría en la primera “salida de campo” el otro inscrito Ezequiel Ramírez, compañero mío en la Universidad.
El día fijado para la reunión llegó, la cita era a las ocho y media de la mañana en el despacho del profesor. Al llegar yo y mi compañero, encontramos al profesor arreglando su oficina. Nos indicó que nos sentáramos, inmediatamente se sentó en su cómodo escritorio y nos dirigió la palabra:
 Bueno muchachos, para este pequeño proyecto no necesitó más voluntarios, mi intención es hacer un muestreo piloto de que especies de murciélagos existen en Lambayeque, y saber de una vez por todas si existe el Desmodus rotundus, el legendario “vampiro”.
No pudimos dejar de mostrar una expresión de asombró en nuestros rostros.
 ¿Les parece extraño?  preguntó el profesor.
 Un poco  dije yo.
 Lo que sucede que Aldo ha leído muchas historias góticas  dijo en tono sarcástico mi compañero.
 No es eso, si que simplemente me parece extraño.
 Que no te parezca extraño y olvida esas historias, recuerda que somos científicos y además no te parezca tan increíble que esos animales existan en Lambayeque, se han reportado casos de extrañas marcas en el ganado en los pueblos aledaños.
Lo miré escéptico. El profesor me miró y dijo:
 Dejémonos de prejuicios y escuchen el plan que he trazado para esta investigación, ¿están de acuerdo?
Asentimos afirmativamente y prestamos atención acercándonos más al escritorio.
 Cómo ustedes sabrán en Lambayeque hay varias casonas antiguas, algo abandonadas, sobre todo los segundos pisos, y he escuchado a muchas personas hablar de murciélagos en sus casas, es así que empezaremos por esta calle  dijo, a la vez que extendía el plano de la ciudad de Lambayeque  primero la calle 28 de julio, luego la 2 de mayo, lugar a donde se encuentra la Iglesia Mayor, luego la calle ocho de octubre, la calle Junín y posteriormente las tres calles perpendiculares a estas, es decir la calle Bolognesi, Grau y la calle San Martín.
Luego de sus instrucciones, partimos llevando con nosotros, el equipo que el profesor creyó necesario, una cámara fotográfica, guantes para atrapar a los especimenes para la identificación taxonómica y el plano de la ciudad.
En la calle 28 de Julio, visitamos las casas de la familia Echevarria, Buendía y Orbegozo, eran estas residencias, antiguas casas coloniales, que databan del siglo XVIII, todas las primeras coincidieron haber visto alguna vez a murciélagos revoloteando por su casa; pero en ninguna hallamos a una colonia.
Al repasar las principales casonas de la cale dos de mayo, tuvimos más suerte, encontramos a un grupo de 6 especimenes en la casona Barreto, de la cual capturamos a un especimen y en la casona Saavedra hallamos en el abandonado segundo piso una colonia más numerosa, de doce individuos, aquí capturamos dos quirópteros. Punto aparte fue la Iglesia San Pedro, antiquísima muestra de arte barroco, pues atrás del altar mayor en un ambiente sumamente oscuro, húmedo y enfrentado a un hedor a antiguas tumbas, hallamos a un numeroso grupo de murciélagos, pudiendo atrapar a sólo dos animales, debido a la inaccesibilidad de los demás.
Por ese día era todo, para ser la primera jornada habíamos tenido bastante éxito y muy pronto consultando las claves y haciendo un minucioso trabajo e incentivados por el profesor Casablanca, lograríamos determinar la o las especies de murciélagos que habitaban Lambayeque.
La siguiente semana la pasamos en el laboratorio de mastozoología de la universidad, examinando las características de los animales capturados y comparándolos con los manuales.
Un día de la semana en que trabajamos para clasificar a los especimenes colectados, el profesor me pregunto:
 ¿Crees en los vampiros Aldo?
 Los vampiros son murciélagos pertenecientes al genero...
 No, no los vampiros de las novelas, de los cuentos de terror.
 No sabría decirle...
 Hay algo de dudas en ti, creer en aquellos seres es casi como creer que dios existe, o creer en lo que la biblia dice, ¿no?
 Quizá sea como usted dice...
 ¿Sabes cuál es lo más gracioso de esas historias?
 ¿Qué cosa profesor?
 Que las principales novelas de vampiros desde el “El Vampiro” de John Stagg, hasta el conocidísimo Drácula de Bram Stocker, nos hablan de un personaje que toma la forma del vampiro, siendo el vampiro un animal endémico de Sudamérica, una gran exactitud ¿no crees?
 Si, es cierto..
Mi compañero que en ese momento se encontraba comparando un individuo recogido la semana anterior nos quedó mirando con una ligera sonrisa de burla en los labios.
Los individuos que encontramos en las casonas pertenecían todos a la familia Vespertilionidae, pudiendo identificar también la especie, se trataba del Myotis nigricans o murciélago negruzco común.
Los días siguientes entraríamos en contacto con el hecho que trastocaría nuestras vidas y que oscurece hasta ahora mi espíritu.
El profesor Casablanca nos condujo esta vez a la calle ocho de octubre, intentaríamos estudiar tres casonas, la primera la casona Rivadeneyra, la segunda era la vivienda de los Urbina - Ramos y la tercera era la casi abandona mansión Gilberti.
A los primeros edificios entramos y examinamos su interior sin ningún inconveniente, recibimos el mismo trato afable que en las veces anteriores; sin embargo al llegar a la casona Morillo, y al tocar la puerta nos atendió un mayordomo, y al comunicarle nosotros nuestras intenciones nos dijo que sería imposible que pasásemos adentro de la mansión y menos con el fin que habíamos manifestado.
Nos fuimos decepcionados y un tanto extrañados, pero antes de terminar de doblar hacia la siguiente calle, para continuar nuestro recorrido, un anciano de aspecto maligno e intención dudosa, nos detuvo.
 ¡ Oigan, esperen !
Nos detuvimos...
 ¿Qué desea?  dijo el profesor.
 Me llamo Víctor, Víctor Siancas, ¿son ustedes los profesores que están averiguando sobre los vampiros?
 Si, efectivamente yo soy el profesor Casablanca y estos  dijo el profesor señalándonos  mis alumnos.
 Discúlpenme, deseo decirles algo, ¿podemos seguir caminando?
 Si, caminemos  dijo Casablanca.
 Aunque les parezca extraño, conozco varias cosas, seguro que ustedes ya las han escuchado, me refiero a lo que se habla de los Gilberti, aquí en Lambayeque, mire yo he sido vecino de ellos desde hace mucho tiempo, he presenciado muchas cosas, que podrían volver loco al más equilibrado, si y lo estoy viendo en su cara profesor, parezco un demente...¿por qué no me he ido? Mi condición económica lastimosamente no me lo permite, supondrán que mi pequeño taller de zapatería no me reporta unos dividendos suficientes como para mudarme lejos.
 Si lo comprendemos  dijo Casablanca  ¿pero que tenemos que ver con todo eso? Sólo deseamos conocer hechos concretos, algo que nos sirva para nuestro trabajo, no queremos saber de habladurías pueblerinas, ¿comprende?
 Si, se dicen muchas cosas de ellos, tampoco deseo decirles lo que me supongo no es de su interés, si de murciélagos se trata he visto muchos entrar a esa vetusta casa, pero él nunca los dejara entrar, tienen muchas cosas que ocultar; sin embargo mi casa colinda con su casa, mi tejado con su tejado, al menos en una parte, si desean podrían entrar por ahí...
 ¡ Ni lo piense !  Dijo exaltado el profesor  mire tenemos interés por aquellos animales, pero no somos delincuentes, si él no desea que investiguemos en su casa, pues problema de él...y ahora si no tiene otra cosa que decirnos, le agradezco su intento de colaborar con nosotros.
Nos despedimos del viejo, francamente nos creaba desconfianza, por encima de lo que se decía de los Gilberti, ¿cuáles serían las verdaderas intenciones del hombre?
Seguimos caminando hacia la calle Junín, a investigar dos nuevos sitios, dos nuevas casonas, tuvimos relativa suerte, aquellos especimenes que colectamos ese día eran de otra especie, se trataba del Myotis riparius o murcielaguito acanelado, también como el otro se trataba de especies insectívoras, el profesor de hallaba muy contento.
Enviando los resultados de los análisis que habíamos hecho, pregunté al profesor quien era el Gilberti que se hallaba en aquella casona.
 Es el último de los Gilberti, al menos en Lambayeque, se llama Ernesto Gilberti, se volvió un ermitaño luego de que su familia tuvo un fin trágico, un extraño destino, su hermano mayor Augusto Claudio, arqueólogo aficionado, llegó a adquirir una especie de fijación patológica, con las huacas Mochicas, muchos dicen que se perdió en una de ellas, su otro hermano Robert, murió atrozmente, se suicido. Lo peor para Ernesto fue la locura de su hija Anastasia, luego su mujer no pudo soportar y se separó de el, los demás miembros, también lo abandonaron, trasladaron sus pertenencias a Lima, e incluso se dice que algunos cambiaron legalmente su apellido, no querían tener ese estigma sobre si, eso es lo concreto que se de los Gilberti, no confió en las habladurías de la gente, y tu tampoco lo debes hacer.
Los días transcurrieron en la laboratorio, examinando el resto de animales colectados, un día el profesor se ausentó, Ezequiel y yo tomamos una decisión equivocada, que trastocó toda mi vida, hablamos de visitar la vieja casa Gilberti, y examinar sus interiores en busca de los murciélagos que pudieran encontrarse allí, conociendo el caserón que por muchos años, muy pocos conocieron.
Nos entrevistamos con aquel zapatero que días atrás conversó con nosotros, nos enseñó su modesta vivienda, en la cual pudimos descubrir el punto de unión de esta con el caserón Gilberto, era una pared alta que se comunicaba directamente con un gran patio intermedio, el viejo nos habló muchas cosas de los Gilberti, cosas que debieron hacernos reflexionar, hechos que debieron hacernos persistir en este intento; pero más pudo nuestra insaciable curiosidad, a veces pienso que lo de los murciélagos fue sólo un pretexto, subconscientemente estábamos seducidos por descubrir, vivir algo insólito, sobrenatural.
 ¡ Quiero que desaparezcan de una vez por todas esos malditos bichos, temo de que algún día me lleven !
Subimos ayudados por una escalera, primero Ezequiel, luego yo, hasta la pared alta, de ahí sólo un metro nos separamos de la pared contigua de la casa Gilberti. Ezequiel me ayudó a encararme encima del tejado y observar lo que había en aquel patio, aquella mañana, no observamos gran cosa, teníamos cierto resquemor a pesar de nuestro iniciativo atrevimiento. La vivienda estaba en un estado de completo abandono, como si nadie viviera en ella, por allí muebles sucios, fragmentos de ropa por otro lado, polvo por todas partes, aparentemente no había nadie.
Nuestro segundo intento amparado también por aquel zapatero, que nuevamente nos contó historias atroces sobre lo que había oído durante años a través de la pared, y sobre lo que su padre había escuchado también. Seguimos el mismo procedimiento de la vez anterior, esta vez trataríamos de caminar a través de la pared e internarnos más allá en la casa, esta vez miramos debajo del tejado y pudimos percatarnos que había una gran colonia de murciélagos; sin embargo estaba muy lejos como para poder hacernos con algunos ejemplares, era sin duda el más grande número que habíamos visto en casona alguna. No nos atrevimos a más aquel día.
La tercera vez estábamos en la disposición de aunque sea fotografiar esas grandes colonias de murciélagos, trepamos por la pared, de pronto, escuchamos pasos, metimos la cabeza a fin de que no nos vieran; sin embargo mi amigo asomó más de lo que debía la cabeza para ver de quien eran aquellas pisadas, ¡ no se cómo ! ¡ No lo sé ! ¡No se cómo pasó! ¡ Con una increíble rapidez, vi una mano tomar por los cabellos a mi amigo y llevarlo hacia abajo ! ¡Tan pronto fue, tan pronto que no me dio tiempo a ayudarlo !¡ Todo estaba perdido ! Luego de unos segundos se escuchó un grito escalofriante, era mi compañero, luego un golpe seco, el ruido de un cuerpo de destroza al caer al suelo. Inmediatamente me bajé, era un manojo de nervios y no se como le pude contar todo al anciano, que estuvo atento a nuestras acciones...
 ¡ Ha sido Gilberti! ¡ Ha sido ese maldito !  decía el viejo a voz en cuello.
 ¡ No lo se ! ¿Cómo podríamos probarlo? ¡ No tiene lógica !  respondí yo.
Mi cabeza era un acumulo de ideas confusas, angustia y culpabilidad, pero todo fue tan pronto que no pude evitar la muerte de mi amigo, pero ¿qué le diríamos a la policía? Era físicamente imposible que aquel hombre haya dado un salto de cinco metros para traerse abajo a mi compañero, ¿de qué manera podría yo probar algo tan descabellado?
Los días siguientes fueron muy penosos para mi, las explicaciones que di traté de que no revelaran lo que vi, no quería que me consideraran un loco, el profesor Casablanca concluyó el proyecto, no es necesario decir que estaba fuera de si con todo lo sucedido. El zapatero respaldo mi versión del descuido de mi amigo al caer, sabíamos que entraríamos en más problemas asegurando la otra versión.
Debo decir que la policía no se convenció en una parte del relato, ya que nosotros aseguramos que el mismo día que fuimos a denunciar el hecho, fue el día en que cayó mi amigo, no lo creyeron, ya que el cadáver presentaba signos evidentes de descomposición, como si tuviera varios días de haber muerto. Nunca tuvo explicación aquel suceso.
Quedé muy conmovido por la muerte de mi compañero, asustado de insignificantes cosas, sombras o ruidos que veía o escuchaba, sentía esa mano que me jalaba desde mis sueños, escuchaba constantemente el ruido que hizo el cuerpo de amigo al caer, percibía un constante aleteo de murciélagos alrededor de mi cuarto. ¡ Estaba volviéndome loco !
Visité nuevamente al zapatero, era el único que me podría entender, lo encontré arreglando sus cosas, estaba de salida, ya no viviría más en su humilde vivienda, estaba como un loco, de aquí para allá, le dije que quería observar nuevamente, quería saber que había más allá de aquel patio, me dijo que no. No se cuanto tiempo transcurrió para tratar de convencerlo, sólo me dijo que el sostendría la escalera una vez más, y por muy poco tiempo, estaba muy asustado.
Realmente no había un motivo cuerdo para hacer lo que hice, simplemente tenía deseos de hacerlo, sabía que podía terminar como mi amigo pero no me importó, ¿realmente que fue lo que pasó?
Nuevamente me subí a la pared y caminé unos cuantos pasos, tratando de hacer equilibrio, ¡ oi nuevamente los pasos ! Esta vez sonaban más cansados, más castigados que la vez anterior, como si llevaran unas gruesas cadenas, una gran condena..me agaché y agazapé como pude, sin embargo la sombra me vio...supuse que era Ernesto Gilberto, parecía como de cien años, algunos me dijeron luego, que eran las penas que lo habían hecho así, eran más cercano a una sombra que a una persona, el personaje volteo y me observó con unos ojos ya sin vida, de sus labios salió una grotesca voz que preguntó: ¡ Nadie me ha visto sin recibir una marca indeleble ! ¡Estúpido ingenuo! ¿No sabes quién soy yo? ¡¡ SOY RAKTU !! ¡ Y luego al terminar de decir esto su cuerpo se transformó en una sombra que al acercarse a mi se convirtió en docenas de murciélagos ! Perdí el equilibrio y caí al interior de la casa del zapatero, sin embargo en algo fui amortiguado con los trebejos que el viejo había arrumado para partir.
Recuperado del golpe, no supe que decir, el viejo no había oído nada, no había escuchado la enfermiza voz que salió de los labios de aquel monstruo; no obstante creyó cuanto le manifesté, sabía tantas cosas de ellos que no le extrañaba en lo absoluto mi historia. Al final las pesadillas me persiguieron un buen tiempo, me vi en la necesidad de irme de la ciudad, no podía respirar tranquilo en Lambayeque.
Al terminar de relatar su historia, se escuchó un leve aleteo, más ninguno de los dos supieron decir de que lugar venía.
 Es mejor que nos vayamos hija, no debemos seguir tentando a la sombra que todavía mora aquí.
Los visitantes terminaron abandonando el viejo caserón.
Fin.

1 comentario:

ArteKolectivo dijo...

Muy buena la historia de raktu!